Presentación del libro “El defensor de la Isla. Manuel Velázquez Cabrera (1863-1916)”

El presidente del Parlamento, Antonio Castro, presentó el libro “El defensor de la Isla. Manuel Velázquez Cabrera (1863-1916)” obra de Felipe Bermúdez Suárez. El máximo responsable de la Cámara legislativa estuvo acompañado en este acto, por el presidente de la Fundación Canaria Manuel Velázquez Cabrera, Miguel Cabrera, y por los nietos del insigne canario.

24/feb/2011

MANUEL VELÁZQUEZ CABRERA

Manuel Velázquez Cabrera nació en Tiscamanita, el 11 de noviembre de 1863.De 1896 a 1900 fue representante de Fuerteventura en la Diputación Provincial. En 1910, con un pequeño grupo de majoreros, tomó la iniciativa del Plebiscito de las Islas menores a las Cortes de la Nación.

El Plebiscito fue una actuación política original, única en toda la historia política del Archipiélago. Recogió 3.388 firmas en las islas de Fuerteventura, Lanzarote, Hierro y Gomera y, viajó personalmente a Barcelona y Madrid, donde logró que sus propuestas fueran debatidas por las Cortes españolas.

Este documento, elaborado por Velázquez, debatido y promovido por él, tuvo una influencia determinante, junto a otros factores, en la creación de los Cabildos Insulares, por la Ley de Canalejas de 11 de julio de 1912, y en el logro de que las islas periféricas tuvieran representantes propios en el Congreso de los Diputados.

INTERVENCION DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO, ANTONIO CASTRO

"El acto de esta tarde tiene un alto valor simbólico por varias razones. La primera, y la más sobresaliente, es el homenaje a la memoria de uno de los pioneros de las Canarias actuales, al majorero que, desde la imaginación, la valentía y la constancia, recuperó la institución de gobierno insular, eliminada con la organización administrativa de las Cortes de Cádiz, que articuló el estado a partir de los municipios y las provincias.

La segunda razón es la inminente conmemoración del Centenario de los Cabildos Insulares, de la ley fundacional de 1912 y de la formación de estas corporaciones, cuyos cometidos superaron las funciones de las diputaciones y sirvieron como señal de identidad y motores de desarrollo de las islas.

La tercera valoración simbólica es que este acto se celebre en el Parlamento de Canarias, primera institución de nuestra autonomía, representación soberana del pueblo canario.

En su presentación en Fuerteventura, hablé de la oportunidad de la publicación de esta rigurosa biografía escrita por Felipe Bermúdez Suárez y publicada mediante el convenio de colaboración suscrito entre esta Cámara legislativa y la fundación que cuida y divulga la obra y la memoria del ilustre majorero.

Reitero hoy, en las postrimerías de esta VII Legislatura, la bondad del propósito y su utilidad pedagógica, cuando la política, sin adjetivos puntuales, resulta imprescindible en Canarias y fuera de Canarias para consensuar, como urgencia patriótica, la salida de la crisis económica y la consolidación de un modelo que integre a todos y que represente a todos, que sirva para los gobiernos de distinto signo, que se sucederán según la libre voluntad de los electores.

Al igual que el ideólogo y redactor de la Ley de Cabildos, el abogado palmero Pedro Pérez Díaz, miembro de una saga de republicanos honestos cuya memoria se obvió tras la Guerra Civil, Velázquez Cabrera postergó la ideología y los sentimientos personales a una necesidad histórica, a una causa sagrada para los representantes públicos: el interés general.

Acabar con una injusticia histórica, situar a todas y cada una de las islas, en el mapa y el organigrama administrativo de Canarias fue la meta de aquellos próceres que, a caballo de dos siglos, lucharon por un propósito justo.

Un siglo después, la obligación de las actuales generaciones políticas es acomodar la realidad rica y diversa de Canarias en los ámbitos que le son propios: el estado, la Unión Europea y el mundo globalizado. Nuestra situación entre tres continentes y nuestras singularidades lo exigen; y la Constitución, en su desarrollo pleno y con las reformas que, más temprano que tarde, tendrán que acometerse, y el Tratado de Lisboa, claro y explícito en el papel de los territorios y las regiones en la toma de decisiones, lo amparan.

“El defensor de la Isla” cumplió con sus obligaciones en circunstancias adversas, cuando la realidad insular era difícilmente comprensible para los poderes de un estado centralista. Nosotros debemos cumplir nuestros retos ahora con la misma fe y la misma presencia de ánimo de aquellos pioneros con los que nuestra tierra está en deuda permanente de reconocimiento y gratitud.

Ningún camino está exento de dificultades pero, como dijo Antonio Machado, "se hace camino al andar". Pérez Díaz y Velázquez Cabrera superaron las incomprensiones y las burocracias, saltaron - porque ambos eran canarios ajenos al pleito capitalino - por encima de los gustos y las ambiciones inmediatas y su fe y su constancia les llevo al triunfo.

Su ejemplo nos anima ahora a trabajar con entusiasmo y altura de miras, y a establecer un proyecto conjunto que marque el horizonte de la Canarias del siglo XXI, la nacionalidad abierta y plural donde no quepan los desequilibrios ni los cainismos, donde la suma - frente a restas y divisiones - sea la operación elegida por todos.

Un siglo después de su creación, los Cabildos insulares deben ostentar el protagonismo que demandan los tiempos; los ayuntamientos deben ver reforzados sus medios para hacer frente, como la administración más cercana al ciudadano, a sus necesidades; y las comunidades, que articulan el estado, y el propio estado, deben pactar fórmulas que, sin recortar la ganada capacidad de autogobierno, aseguren una justa, sobria y eficaz gobernanza, que es el fin último de la política, la política sin adjetivos a la que me referí en mis primeras palabras.

A las puertas de la efeméride centenaria de la constitución de los Cabildos Insulares, presentar este libro es, también, un homenaje a la libertad y a la convivencia, los valores conseguidos con ilusión y esfuerzo que todos, desde nuestras distintas responsabilidades, debemos defender sin fisuras, en nombre del pueblo al que representamos".