Diario de Sesiones 141, de fecha 11/12/2018
Punto 1

9L/DI-0024 DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DEL PARLAMENTO DE CANARIAS EN CONMEMORACIÓN CON LOS SETENTA AÑOS DE LA APROBACIÓN DE LA DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.

La señora PRESIDENTA: Buenos días, señorías. Si son tan amables. Ocupen sus escaños.

Buenos días, señorías.

Saludos cordiales a todas sus señorías, a quienes nos acompañan en nuestra Cámara legislativa y también a las personas que nos siguen a través del streaming de esta Cámara.

Según acuerdo de la Junta de Portavoces, vamos a dar comienzo a esta sesión plenaria con la lectura de una declaración institucional del Parlamento de Canarias en conmemoración con los setenta años de la aprobación de la Declaración de los Derechos Humanos, que fue ayer día 10 de diciembre.

Por tanto, señorías, en nombre de toda la Cámara, y especialmente de la Mesa, y, sobre todo, de la Junta de Portavoces, paso a leer esta declaración institucional.

"El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en París, aprobó la declaración de derechos universal de los derechos humanos.

Se han cumplido setenta años desde aquella proclamación, y el Parlamento de Canarias se quiere sumar a la celebración de un gran acontecimiento que ha marcado el compromiso de la humanidad con la dignidad de las personas.

La declaración universal de los derechos humanos, bien está recordarla, es fruto de un complejo proceso de aprendizaje histórico en el que confluyen distintas tradiciones políticas, culturales y sociales. Representantes de todas esas tradiciones, conmovidos por el inmenso dolor causado por la II Guerra Mundial, aceptaron por voluntad propia poner límites al sufrimiento humano, declarando que, en cualquier circunstancia y desde cualquier condición, las personas deben preservar su dignidad.

Por eso, debemos recordar que hablar de derechos humanos es hablar de aquellos derechos que los seres humanos tenemos por el hecho de serlos y, sobre todo, es hablar del fundamento del orden social y en consonancia como fundamento de cualquier Estado de derecho. "Derechos humanos" es la mejor expresión de aquello que los seres humanos nos debemos los unos a los otros por el simple hecho de serlo.

El camino no ha sido fácil, son grandes los avances producidos en los derechos humanos durante las siete décadas transcurridas, en pro de un mundo más justo, más igualitario, más libre y más digno. Pero somos conscientes que las vulneraciones de derechos que a diario se suceden en cualquier rincón del planeta. La perspectiva del paso del tiempo, los acontecimientos vividos, las injusticias sufridas setenta años después de la firma en París, el día 10 de diciembre, nos hace ver que la declaración está más viva que nunca. No tenemos que ir muy lejos para hacer efectivos esos derechos, porque como bien dijo Eleanor Roosevelt en su discurso de presentación del documento ante la Asamblea General de Naciones Unidas, dijo así: ¿dónde empiezan los derechos humanos?, se preguntaba ella, y contestaba a sí misma: en pequeños lugares, cerca de casa, en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defender los de nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano.

Por eso, también, la Declaración Universal de Derechos Humanos está incorporada a nuestra Constitución española de 1978, a la que hemos rendido homenaje en este mismo Parlamento hace pocas fechas, y es fuente de nuestros derechos y libertades al establecer, en su artículo 10, que las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.

De nosotros, de nosotras, depende seguir desafiando a la desigualdad, a la ausencia de libertad, a la injusticia, a la guerra y a cualquier violación de la dignidad humana. Esa es nuestra tarea, esa es y ese es nuestro desafío cotidiano. Esta es la razón de ser de todos y de cada uno de los poderes públicos, fortalecer el vínculo social para que la sociedad no caiga bajo mínimos de humanidad.

Muchas gracias.