Acto institucional en el 30 aniversario del Parlamento de Canarias

El Parlamento de Canarias celebró un acto institucional conmemorativo del 30 aniversario de su constitución.

El acto, con el que se recordó las tres décadas de funcionamiento de la Cámara autonómica que inició su andadura un 30 de mayo de 1983 y que rindió homenaje a todas las personas que con su esfuerzo han permitido consolidar la democracia en el Archipiélago, comenzó con una interpretación musical y la proyección de un vídeo conmemorativo de la efeméride. La celebración concluyó con la intervención del presidente de la institución, Antonio Castro.

27/may/2013

Intervención del Presidente del Parlamento

Por acuerdo de la Mesa y Junta de Portavoces, con la máxima sobriedad, pero con el mayor orgullo y regocijo, celebramos los treinta años del Parlamento de Canarias; las tres décadas más intensas y brillantes de nuestra historia contemporánea; la creación y consolidación de nuestro Archipiélago como la unidad política y administrativa con la que soñaron nuestros antepasados; el territorio de libertad y progreso por el que lucharon, numerosas generaciones de canarios y canarias, cuyo ejemplo nos anima para enfrentar los problemas actuales y aceptar los desafíos del porvenir.

Todo cuanto tenemos ahora, se debe al esfuerzo y al sacrificio de un pueblo que, desde la Transición de un régimen totalitario a una democracia representativa, aportó sin reservas ni egoísmos, un luminoso caudal de convicción, entusiasmo y solidaridad.

Convicción en la necesidad de la democracia, que da rienda a las ilusiones y energía del ser humano y galvaniza, en aspiraciones comunes, a todo un pueblo. Convicción profunda y arraigada en la libertad política, como condición previa del desarrollo económico y del cambio social.

Entusiasmo para emprender una marcha, persuadidos de que la aspiración democrática no es una simple fase reciente de la historia, sino que su fundamento es la propia historia humana. Entusiasmo para lograr que lo que quieren los más se convierta en lo mejor para todos.

Solidaridad para extender al conjunto de la sociedad la igualdad real y efectiva; el acceso de todos a los bienes que procura; la garantía de los derechos y oportunidades, la virtud del equilibrio entre todos y la atención de los más necesitados.

Como administradores de la voluntad de nuestro pueblo, en este día nos toca mirar hacia atrás, sin excesos ni eufemismos, para valorar el camino recorrido y, más aún, para proclamar que seguimos en marcha, sabiendo, por experiencia, que los logros sociales, los avances en los derechos y el bienestar, requieren una conquista permanente.

Precedidos por una etapa preautonómica, marcada por las dificultades, pero con la buena voluntad de todos, hace treinta años, a través de sus legítimos representantes, los canarios y canarias nos dimos la oportunidad de caminar juntos; de trabajar codo con codo, para superar las carencias históricas y resolver los desequilibrios territoriales.

Se abrió entonces el periodo más próspero y libre de nuestra historia. Sobre antiguas injusticias, el pueblo canario sentó las bases y construyó un proyecto común de convivencia, sin detenerse ante las dificultades, que eran muchas.

Reclamo desde todas las corporaciones isleñas ampliar el techo competencial del autogobierno – las facultades y los medios para resolver los problemas propios – porque ese, y no otro, era el sentido fundacional del estado autonómico, pues en el ámbito estatal no existía, ni existe, ningún territorio ni comunidad humana, más necesitada de una atención específica y acorde con sus singularidades.

Desde esa posición, mandató a los diputados y diputadas elegidos libremente, a que limaran asperezas, desterraran suspicacias y conciliaran criterios para articular, como desarrollo de la Constitución de 1978, un Estatuto de Autonomía que sirviera a toda la sociedad y por tanto a todas las ideologías del espacio político; y a todas y cada una de las islas, mediante una representación justa y adecuada a realidades diversas y separadas.

Por todo ello, en esta hora de recuerdos y reconocimientos, vaya en primer lugar nuestra admiración y gratitud hacia el conjunto de la población, que nos honra con su confianza y que exige nuestra dedicación, la correcta interpretación de sus mandatos y la limpieza de nuestras actuaciones. La sociedad canaria, cuyo comportamiento ha sido determinante, para los ordenados relevos de gobiernos y para el avance sin pausa hacia el progreso, merece todos los esfuerzos, y más ahora, en medio de una crisis prolongada en el tiempo y extendida en límites alarmantes sobre los segmentos más amplios y débiles de la población.

La actitud ejemplar de nuestra ciudadanía, espejo en el que debemos mirarnos los cargos públicos, nos exige, en justa correspondencia, que empleemos los medios a nuestro alcance para vencer el más grave de los retos del joven siglo XXI.

Ni siquiera los más optimistas, hubieran adivinado hace tres décadas el nivel de desarrollo que luego se alcanzó en las islas. Nadie hubiera soñado, mientras trabajaba, la espectacular transformación que, casi sin advertirlo, experimentaba el Archipiélago. Y nadie, por nuestra habitual capacidad de olvido, sería capaz de evaluar la precaria situación de la que partimos. Pero debemos recordar que tuvimos que luchar entonces, contra una crisis económica, a la vez que construíamos, con el concurso y apoyo de todos, la estructura política y administrativa en el marco de un estado de derecho y soberanía del pueblo.

El pasado es un buen maestro si analizamos los errores y persistimos en las actitudes que posibilitaron los aciertos.

El camino recorrido nos ofrece también la oportunidad implícita para estudiar las raíces y alcances de la crisis que padecemos actualmente y prevenir las que nos puedan amenazar en el futuro.

En el ecuador de la VIII Legislatura, anotamos con satisfacción que, con toda normalidad, se sucedieron gobiernos de diferente signo y apoyados en diversas alianzas políticas; se plantearon mociones de censura y de confianza; se celebraron debates sobre el Estado de la Nacionalidad, se aprobó el ingreso en la Unión Europea, se aprobó una reforma del Estatuto de Autonomía, se pactó un Régimen Económico y Fiscal, se hicieron transferencias y delegaciones de competencias a los Cabildos Insulares, para acercar la gestión pública a todos las islas por igual, se elaboraron, discutieron y aprobaron leyes para regular cuestiones fundamentales que han supuesto notables avances sociales, económicos y culturales y para completar y perfeccionar el esquema político y administrativo de nuestro Archipiélago y se ha ejercido el constante control del Gobierno y de las Instituciones de la Comunidad Autónoma, para el mejor ejercicio de la Administración Pública y protección de los derechos de los habitantes de nuestras islas.

Por ello, debemos mostrar nuestra memoria agradecida a las diputadas y diputados que aquí ocuparon escaño y que, procedentes de distritos electorales concretos y opciones políticas variadas, ejercieron la representación global de todos los electores, desde Frontera a Teguise. También nuestro emocionado recuerdo a quiénes, lamentablemente, ya no están entre nosotros.

Queremos mostrar nuestra gratitud y especial estima a todos los medios de comunicación, prensa, radio y televisión y ahora las nuevas tecnologías de la comunicación que han sido decisivas para informar, reivindicar y mantener la calidad de la democracia, que es el fin último de los representantes públicos y la aspiración legislativa de todas los representados. En las horas boyantes que vivimos no hace tanto tiempo y en reiteradas ocasiones, hablamos de la necesidad de una etapa de reformas que tratara, los instrumentos legales que regulan nuestra convivencia.

La Constitución, que tan buenos resultados está dando, se revela insuficiente para atender las necesidades cambiantes del presente y para disponer, en las mejores condiciones, las previsibles exigencias del futuro.

El Estatuto de Autonomía, a lo largo de treinta largos años y con mejoras imprescindibles, se ha mostrado eficaz para nuestra libre convivencia, pero en una coyuntura radicalmente distinta a la de la época de su aprobación, debe ampliar y adaptar sus contenidos para tratar mejor a una realidad tan diferenciada y a una ciudadanía que aspira a disfrutar, en igualdad de condiciones, las ventajas y oportunidades del siglo XXI.

En los momentos de crisis, el uso de la imaginación es más necesario que el empleo de los conocimientos. Señorías, con la paciencia y el ingenio necesarios, con la generosidad inexcusable que se debe a una geografía y una población diferentes, pero también con toda justicia, demandemos un encaje propio de Canarias en los ámbitos estatal, europeo y en el de las Regiones Ultraperiféricas.

Esas reformas son inaplazables, no sólo para conseguir un desenvolvimiento satisfactorio de nuestra convivencia y un desarrollo sostenible, acorde con nuestras singularidades, sino también para aprovechar, en beneficio del Estado y de la propia Unión Europea, las ventajas de nuestra posición geoestratégica y de centralidad en esta área del Atlántico.

Escribió Einstein que “sin crisis no hay desafíos y, sin desafíos, la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos”. Tomemos la literalidad del axioma y pongamos en valor la posición y el potencial de Canarias.

Entendamos esas manifestaciones como la expresión de una voluntad transformadora de la política, para evitar la desafección de sus verdaderos protagonistas, los depositarios de la soberanía popular.

Para hacer una política justa y sana, no basta con hablar en nombre de los ciudadanos; es necesario conocerlos, respetar sus prioridades y compartir sus metas y aspiraciones.

En tiempos como los que nos ha tocado vivir, es cuando la política debe mostrar su facultad integradora y, en esa pauta, debe procurar el encuentro de representantes públicos, sindicatos, empresas, colectivos profesionales y del conjunto de la sociedad civil, para acometer juntos una labor de calado: “la recuperación de nuestra economía y pulso social; la fe plena en nuestro futuro, avalado por nuestros recursos y el potencial de las generaciones mejor preparadas de nuestra historia”.

Es primordial actuar decididamente, y demostrar que la política no es un problema, otro más en la mochila del hombre de la calle; sino un medio para solucionar problemas; para resolver las angustias cotidianas y asegurar el futuro.

Es imprescindible recordar todos esos fundamentos para que la sociedad nos los exija y nosotros, con todo el esfuerzo necesario, los cumplamos.

Con este llamamiento, expresamos también nuestra gratitud, reconocimiento y admiración al pueblo canario que, en el pasado y en el presente, ha sabido asumir los retos necesarios con el mejor talante, por amor a su tierra, por su orgullo como colectividad y por su inquebrantable fe en el porvenir.

Señorías, en nombre del Parlamento de Canarias, nuestra felicitación a todo el pueblo Canario, por estos treinta años de progreso y libertad. Felicidades por los treinta años de Parlamento.